lunes, 18 de enero de 2010

La derrota de la soberbia concertacionista. Y el triunfo de su criatura: la derecha piñerista

El triunfo de Piñera es el resultado de la sociedad derechista que forjó la Concertación en 20 años. Gobiernos miserables que hipotecaron la democracia y continuaron con la privatización de las empresas públicas y los recursos naturales; infelices que ampararon la impunidad, acabaron con la prensa libre, profundizaron las desigualdades y persiguieron a los movimientos sociales.

Lo que viene no es mejor. Es la derecha pura y dura. El original y no la copia envuelta en la sonrisa cínica de Bachelet, o la pompa siútica de Lagos.

Vienen tiempos duros para los pueblos originarios. La concertación y Bachelet disparaban por la espalda. Piñera lo hará de frente.

Piñera será frontal en el arrasamiento de los pueblos y territorios indígenas. Y para eso hay que estar preparados. Ya lo han anunciado con brutal franqueza: fin del fondo de tierras, desprotección de las tierras indígenas para entregarlas al mercado, represión de la movilizacion social, negación de los derechos políticos, sociales y culturales de los pueblos indígenas. Incumplimiento del Convenio 169.

Pero eso también sería asi con Frei. ¿A alguien le cabe duda ahora que desde la Moneda, Mideplan y Segpres se maquina en contra de los pueblos indígenas considerados obstáculos para las inversiones?

No habrá un Ralco. Habrá 10 o 100. La diferencia es que ya no estarán ya no más “ministros democráticos” como Enrique Krauss diciendo “les contaremos las manos como a Galvarino”; Jorge Correa Sutil diciendo “los mapuches son unos delincuentes”; Clarisa Hardy amenazando con quitar las tierras, Rosende en helicóptero, Mónica Jimenez burlándose de los profesores, Viera Gallo pactando leyes de punto final o saboteando descaradamente el Convenio 169.

Ministros y Presidentas que después se presentan ante la comunidad internacional como demócratas, “victimas de la dictadura”, negando afuera las violaciones de derechos humanos que perpetran adentro.

La diferencia es que ahora tendremos en el Estado a racistas de tomo y lomo, neoliberales confesos. A los que nadie les creerá afuera que respetan los derechos humanos.

La otra diferencia es que ya no habrá funcionarios llamando desde mideplan uno por uno a los dirigentes para dividir organizaciones e impedir el reclamo de derechos a cambio de proyectos, ya no más manipuladoras sotos ni socioslistos andrades interviniendo comunidades. Ya no más mercenarios antropólogos de la seguridad nacional zuñigas, ni serviles marifiles, eltits y besnieres, digitadores en las sombras de la ley antiterrorista opazos racistas sonrientes que en la mañana se reúnen con las organizaciones, y en la tarde sabotean el Convenio 169 en nombre de la razón de estado y oscuros pactos con la derecha.

Quedaron cesantes los responsables del desastre de las políticas indígenas de la concertación, lobos con piel de ovejas, los "demócratas" destructores de los movimientos sociales.

Para la historia del pueblo mapuche el sello imborrable de la Concertación será Pangue y Ralco, el ducto de Celco, la demora de 20 años del convenio 169, las represas, la represión, los presos políticos, la inclemencia de Bachelet, el asesinato impune de Alex Lemun, Matias Catrileo, Jaime Mendoza Collio.

Esa fue la “transición democrática”, de gobernantes arribistas, que enterraron la memoria en un museo, soberbios con los sindicatos, serviles con los poderes fácticos, perros con los mapuche, implacables con los profesores, negando toda deuda histórica. Ahí están los 200 mil votos que esperaban gratis, como siempre, chantajeando. No más. No ganó Piñera. Perdió la soberbia concertacionista.

Con Piñera se produce el sinceramiento del brutal régimen político neoliberal forjado por la concertación: “el modelo chileno” que es cualquier cosa, menos una democracia. El rey va desnudo.

La transición democrática nunca fue.Tras 20 años el país pudo tener ciudadanías fortalecidas, prensa pluralista y libre, movimientos sociales empoderados, parlamento representativo, y constitución legítima. Una democracia. Pero esta es la herencia que dejaron Bachelet y sus antecesores: corrupción, represión, enriquecimiento a destajo de los grupos económicos, narcotráfico, un sistema binominal, muertes, una desigualdad de tipo africano y la derecha piñerista, el berlusconi chileno, hijo putativo de la era de la concertación.

Nadie se hace ilusión de cumplimiento de derechos desde el Gobierno de Piñera. Tampoco lo seria en un gobierno de Frei. Ya sabemos que en el "modelo chileno" los únicos derechos que valen son los que se defienden, se conquistan y se ejercen día a día.

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