El nuevo gabinete incluyó a referentes de la UDI, el bloque que apoyó al dictador chileno
Ex pinochetistas al gobierno de Piñera
El presidente sacó a Joaquín Lavín de Educación luego de enfrentar cuatro semanas de protestas de los estudiantes. Dos hombres fuertes de la derecha más conservadora, Pablo Longueira y Andrés Chadwick, ocuparán puestos clave.
Por Christian Palma
Piñera (derecha) preside el acto de nombramiento de nuevos ministros como Andrés Chadwick (frente a él).
Desde SantiagoUna vieja foto donde aparecían los líderes del partido de extrema derecha Unión Demócrata Independiente (UDI), Pablo Longueira, Andrés Chadwick y Joaquín Lavín, conversando con Augusto Pinochet, circuló por las redes sociales apenas se supo que los dos primeros son desde ayer los flamantes nuevos funcionarios de Economía y de la Secretaría General de Gobierno.
Esa fue una de las sensaciones –entre muchas otras– que dejó el segundo y más mediático cambio de gabinete efectuado por Sebastián Piñera: la preponderancia de la UDI –el mismo bloque que siempre apoyó al dictador– en el gobierno y que, de paso, abrió un nuevo flanco de críticas porque ambos son senadores que deberán dejar sus escaños. Ahora sus puestos en Valparaíso serán llenados al arbitrio de sus partidos, lo que aumentará el número de congresistas designados.
Las fuertes presiones de sus aliados, sus opositores y buena parte de la ciudadanía pudieron más. Al presidente no le quedó más opción que mover piezas de un gabinete presentado como de excelencia y que estaba haciendo agua. Sobre todo en Educación y en la vocería.
Para descomprimir el ambiente, Piñera sacó a Joaquín Lavín de Educación y lo mandó a Planificación, tratando de mantener en parte el saldo de adhesión ciudadana que le quedaba luego de enfrentar cuatro semanas de movilizaciones de los estudiantes secundarios y universitarios. En este escenario, los estudiantes –que no depondrán las movilizaciones– celebraron la salida de Lavín y se adjudicaron ese hecho como un triunfo de su causa.
Por otro lado, la llegada de Longueira pretende ordenar la casa. El es uno de los políticos “duros” de la derecha, hábil y gran negociador. En varias ocasiones ha servido de puente con la Concertación y la alianza en temas complejos. Chadwick, en tanto, es primo de Piñera y uno de sus consejeros más cercanos. Su papel a cargo de las comunicaciones oficiales será clave en lo que queda de gobierno, dado lo duro que se vislumbra el enfrentamiento con la oposición.
Sin embargo, el golpe de timón no alcanzó a tocar al ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, que también sonaba como posible dado de baja. Así las cosas, Piñera se sale otra vez del libreto presentado a principios de su gobierno, cuando conformó un equipo tecnócrata por sobre uno político. Ya en enero pasado había hecho lo mismo cuando instaló a históricos de derecha como Andrés Allamand en Defensa y a Evelyn Matthei en Trabajo.
No obstante, el fierro más caliente lo agarró Felipe Bulnes, quien lideraba el Ministerio de Justicia. El abogado, y uno de los ministros mejor evaluados, deberá hacerse cargo de Educación y tendrá la difícil misión de recomponer los caminos cortados con los estudiantes y liderar la reforma anunciada por Piñera, que ha sido rechazada transversalmente por los actores en conflicto.
Otra de las opiniones escuchadas ayer fue la que involucró a Laurence Golborne, quien oficiaba como ministro de Minería y Energía. Golborne se hizo conocido tras el rescate de los 33 mineros de Atacama, hecho que lo catapultó como el ministro mejor evaluado. Ya ha declarado que se siente capaz para ser presidente de Chile, y en la alianza derechista lo cuidan y potencian. Desde hoy se hará cargo de la cartera de Obras Públicas, cambiando los conflictos con los mineros del cobre, el gas de Magallanes o las centrales hidroeléctricas por el simbólico corte de cintas, que en su cartera abundan con fotos y discurso incluido. Si lo hace bien y acelera el tranco en la reconstrucción post-terremoto, tendrá buena parte de su camino pavimentado a La Moneda en 2014.
La decisión de Piñera se había analizado durante las últimas semanas, luego de las diversas marchas masivas en rechazo a la educación, centrales hidroeléctricas, entre otras, y por la baja sostenida en las encuestas.
Finalizada la ceremonia de juramento de los nuevos ministros, Piñera apeló otra vez al terremoto en su discurso. “Los chilenos podemos estar muy orgullosos de lo que juntos hemos logrado. Después de uno de los terremotos más fuertes de la historia, el país se está levantando. Pero no es el tiempo de aflojar el ritmo. La sociedad chilena nos recuerda todos los días que nos quedan muchos desafíos por lograr”, dijo, al tiempo que detalló las tareas de sus nuevos colaboradores.
Desde la oposición, el jefe de la bancada de diputados DC, Aldo Cornejo, dijo que las modificaciones representan “nada más que un cambio cosmético y camaleónico”. Los demás dirigentes reclamaron por la eventual llegada al Congreso “por secretaría” de los ministros salientes, principalmente la ex vocera Ena von Baer, y criticaron la llegada de Golborne a Obras Públicas. “En Energía y Minería no ha enfrentado ningún tema conflictivo y es blindado ahora para dedicarse al corte de cintas y al twitteo”, criticaron desde el PS. “Tal como en el ajedrez, los enroques son una medida desesperada y no siempre resultan”, sentenciaron desde el Partido Radical.
Esa fue una de las sensaciones –entre muchas otras– que dejó el segundo y más mediático cambio de gabinete efectuado por Sebastián Piñera: la preponderancia de la UDI –el mismo bloque que siempre apoyó al dictador– en el gobierno y que, de paso, abrió un nuevo flanco de críticas porque ambos son senadores que deberán dejar sus escaños. Ahora sus puestos en Valparaíso serán llenados al arbitrio de sus partidos, lo que aumentará el número de congresistas designados.
Las fuertes presiones de sus aliados, sus opositores y buena parte de la ciudadanía pudieron más. Al presidente no le quedó más opción que mover piezas de un gabinete presentado como de excelencia y que estaba haciendo agua. Sobre todo en Educación y en la vocería.
Para descomprimir el ambiente, Piñera sacó a Joaquín Lavín de Educación y lo mandó a Planificación, tratando de mantener en parte el saldo de adhesión ciudadana que le quedaba luego de enfrentar cuatro semanas de movilizaciones de los estudiantes secundarios y universitarios. En este escenario, los estudiantes –que no depondrán las movilizaciones– celebraron la salida de Lavín y se adjudicaron ese hecho como un triunfo de su causa.
Por otro lado, la llegada de Longueira pretende ordenar la casa. El es uno de los políticos “duros” de la derecha, hábil y gran negociador. En varias ocasiones ha servido de puente con la Concertación y la alianza en temas complejos. Chadwick, en tanto, es primo de Piñera y uno de sus consejeros más cercanos. Su papel a cargo de las comunicaciones oficiales será clave en lo que queda de gobierno, dado lo duro que se vislumbra el enfrentamiento con la oposición.
Sin embargo, el golpe de timón no alcanzó a tocar al ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, que también sonaba como posible dado de baja. Así las cosas, Piñera se sale otra vez del libreto presentado a principios de su gobierno, cuando conformó un equipo tecnócrata por sobre uno político. Ya en enero pasado había hecho lo mismo cuando instaló a históricos de derecha como Andrés Allamand en Defensa y a Evelyn Matthei en Trabajo.
No obstante, el fierro más caliente lo agarró Felipe Bulnes, quien lideraba el Ministerio de Justicia. El abogado, y uno de los ministros mejor evaluados, deberá hacerse cargo de Educación y tendrá la difícil misión de recomponer los caminos cortados con los estudiantes y liderar la reforma anunciada por Piñera, que ha sido rechazada transversalmente por los actores en conflicto.
Otra de las opiniones escuchadas ayer fue la que involucró a Laurence Golborne, quien oficiaba como ministro de Minería y Energía. Golborne se hizo conocido tras el rescate de los 33 mineros de Atacama, hecho que lo catapultó como el ministro mejor evaluado. Ya ha declarado que se siente capaz para ser presidente de Chile, y en la alianza derechista lo cuidan y potencian. Desde hoy se hará cargo de la cartera de Obras Públicas, cambiando los conflictos con los mineros del cobre, el gas de Magallanes o las centrales hidroeléctricas por el simbólico corte de cintas, que en su cartera abundan con fotos y discurso incluido. Si lo hace bien y acelera el tranco en la reconstrucción post-terremoto, tendrá buena parte de su camino pavimentado a La Moneda en 2014.
La decisión de Piñera se había analizado durante las últimas semanas, luego de las diversas marchas masivas en rechazo a la educación, centrales hidroeléctricas, entre otras, y por la baja sostenida en las encuestas.
Finalizada la ceremonia de juramento de los nuevos ministros, Piñera apeló otra vez al terremoto en su discurso. “Los chilenos podemos estar muy orgullosos de lo que juntos hemos logrado. Después de uno de los terremotos más fuertes de la historia, el país se está levantando. Pero no es el tiempo de aflojar el ritmo. La sociedad chilena nos recuerda todos los días que nos quedan muchos desafíos por lograr”, dijo, al tiempo que detalló las tareas de sus nuevos colaboradores.
Desde la oposición, el jefe de la bancada de diputados DC, Aldo Cornejo, dijo que las modificaciones representan “nada más que un cambio cosmético y camaleónico”. Los demás dirigentes reclamaron por la eventual llegada al Congreso “por secretaría” de los ministros salientes, principalmente la ex vocera Ena von Baer, y criticaron la llegada de Golborne a Obras Públicas. “En Energía y Minería no ha enfrentado ningún tema conflictivo y es blindado ahora para dedicarse al corte de cintas y al twitteo”, criticaron desde el PS. “Tal como en el ajedrez, los enroques son una medida desesperada y no siempre resultan”, sentenciaron desde el Partido Radical.
© 2000-2011 www.pagina12.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario