El Gobierno había dado pasos para la instalación de plantas nucleares, pero la catástrofe de Japón compromete el proyecto.- Los riesgos sísmicos en Chile, como en el país nipón, son altos
Chile vuelve a ser escenario de un duro enfrentamiento sobre la posibilidad de desarrollar fuentes de energía nuclear, algo que está en estudio desde hace años, pero en lo que se habían empezado a hacer avances reales en los últimos tiempos. El propio ministro de Minería y Energía, Laurence Golborne, que en las primeras horas tras el terremoto y el tsunami en Japón difundió mensajes a través del twitter defendiendo las centrales nucleares, terminó ayer reconociendo que "lo ocurrido va afectar evidentemente la discusión a futuro".
Chile es un país sísmico, que supera fuertemente los índices medios de riesgo de sufrir un terremoto de alta intensidad, como el que padeció en febrero del año pasado. Pese a todo, el próximo viernes 18 se firmará en Santiago un acuerdo entre el Gobierno chileno y el norteamericano sobre cooperación en energía nuclear, tema que será objeto de análisis también durante la inmediata visita del presidente Barak Obama.
El acuerdo, suscrito por la Comisión Chilena de Energía Nuclear, trata fundamentalmente de la capacitación y entrenamiento de ingenieros y profesionales chilenos, pero fijaría también los canales para la eventual instalación de una planta nuclear de producción eléctrica, lo que provoca una fuerte controversia en medios de la oposición política y en los grupos ambientalistas. El portavoz parlamentario de la Democracia Cristiana, Patricio Vallespín, consideró el acuerdo "precipitado" y exigió un debate más abierto y transparente sobre el uso de energía nuclear en Chile.
Un representante del Gobierno aceptó que había que abrir el debate pero pidió que "no se destierre ningún argumento". "El accidente de Japón va a afectar evidentemente a la discusión a futuro", reconoció. La senadora socialista Isabel Allende se manifestó "muy reacia" a esa posibilidad y el senador radical José Antonio Gómez la consideró "casi imposible" después de lo ocurrido en Fukushima.
Chile es un país deficitario desde el punto de vista energético y su desarrollo se puede ver comprometido si no logra establecer nuevas fuentes de abastecimiento. La posibilidad de instalar centrales nucleares, algo que, según el propio presidente Sebastian Piñera, no sucederá en esta legislatura, se ha replanteado en los últimos meses, con apoyo del Gobierno y de su grupo parlamentario. Además de las conversaciones con Estados Unidos, se ha llegado a acuerdos con Francia para el desarrollo de la minería de uranio. A finales del pasado febrero se nombró presidente de la Comisión Chilena de Energía Atómica a Jaime Salas, y a primeros de marzo Salas y el ministro Golborne viajaron a Francia y a Bélgica para visitar varias plantas nucleares y suscribir más acuerdos de formación de técnicos.
Dos posibles enclaves, afectados por el tsunami japonés
La posibilidad de instalar una planta nuclear fue estudiada por la Asociación Profesional de Ingenieros de Chile, que planteó tres posibles lugares para su instalación (Antofagasta, Coquimbo y El Libertador), todos ellos en la costa pacifica. Dos de esos enclaves fueron afectados por el tsunami japonés, a más de 14.000 kilómetros del epicentro. Según ese estudio, si las primeras "unidades de producción" se empiezan a construir en 2015, en el 2030 podrían estar ya en funcionamiento cuatro reactores.
Todo estos planes y estudios han quedado fuertemente comprometidos por la violencia del terremoto que sufrió Chile y por la catastrófica situación en que han quedado varias planetas nucleares japonesas a raíz de su propio tsunami.
Chile dispone ya de dos pequeños reactores experimentales, situados en La Reina y Lo Aguirre, donde se producen isótopos de uso médico y para investigación. El uranio enriquecido del que está más cerca de Santiago fue retirado el pasado abril, dos meses después del terremoto, por la Administración Nacional de Seguridad Nuclear de Estados Unidos. En total, según la prensa local, se removieron 13,6 kilos de uranio enriquecido y 0,3 kilos de combustible nuclear.
En America del Sur, solo dos países, Argentina y Brasil, utilizan energía atómica para fines pacíficos. Las centrales argentinas están situadas en las zonas no sísmicas del país.
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